miércoles, 2 de noviembre de 2011

Nuestras actividades




El Instituto Nacional del Cáncer cuenta con una estupenda capilla. Se trata de una donación hecha por grupos de empresarios de Buin. Se nota que fue hecha con cariño. El personal del Instituto se ha encargado de adornarla con cuadros de María y Vía Crucis. Es un caso preclaro de la iniciativa de laicos en el ámbito de la fe. Ya hemos tenido varias ceremonias religiosas en ella y ahora estamos a la espera de recibir la autorización para entronizar en ella el Santísimo Sacramento. 

PROCLAMACIÓN DEL AÑO DE LA FE


  1. A través de la Carta apostólica en forma de Motu proprio Porta fidei el Sumo Pontífice Benedicto XVI ha convocado a toda la Iglesia a un Año de la fe. Junto con esa convocación anunció también que habrá un Sínodo de los Obispos que se reunirá en octubre de 2012 para reflexionar acerca del mismo tema. Es importante que los católicos del mundo entero estemos conscientes de las razones por las que el Santo Padre está impulsando ac- ciones muy concretas y potentes en torno al tema de la fe. Junto con esa convocación que toca a todos los creyentes, convocó a un Sínodo de obis- pos para abocarse al tema de la Nueva Evangelización hoy. Esto significa que la Iglesia se pone en campaña para enfrentar el cambio radical que se está operando en el mundo actual. Está surgiendo un nuevo orden social y la pregunta es si surgirá con o sin Dios. A nosotros nos corresponde dar una respuesta comprometida. Escuchemos las palabras del Santo Padre:
    “Desde el comienzo de mi ministerio como Sucesor de Pedro, he recordado la exigencia de redescubrir el camino de la fe para iluminar de manera cada vez más clara la alegría y el entusiasmo renovado del encuentro con Cristo. En la homilía de la santa Misa de inicio delPontificado decía: «La Iglesia en su conjunto, y en ella sus pastores, como Cristo han de ponerse en camino para rescatar a los hombres del desierto y conducirlos al lugar de la vida, hacia la amistad con el Hijo de Dios, hacia Aquel que nos da la vida, y la vida en plenitud» Sucede hoy con frecuencia que los cristianos se preocupan mucho por las consecuencias sociales, culturales y políticas de su compromiso, al mismo tiempo que siguen considerando la fe como un presupuesto obvio de la vida común. De hecho, este presupuesto no sólo no aparece como tal, sino que incluso con frecuencia es negado. Mientras que en el pasado era posible reconocer un tejido cultural unitario, ampliamente aceptado en su referencia al contenido de la fe y a los valores inspirados por ella, hoy no parece que sea ya así en vastos sectores de la sociedad, a causa de una profunda crisis de fe que afecta a muchas personas.”
    “No podemos dejar que la sal se vuelva sosa y la luz permanezca oculta (cf. Mt 5, 13-16). Como la samaritana, también el hombre actual puede sentir de nuevo la necesidad de acercarse al pozo para escuchar a Jesús, que invita a creer en él y a extraer el agua viva que mana de su fuente (cf. Jn 4, 14). Debemos descubrir de nuevo el gusto de alimentarnos con la Palabra de Dios, transmitida fielmente por la Iglesia, y el Pan de la vida, ofrecido como sustento a todoslos que son sus discípulos (cf. Jn 6, 51). En efecto, la enseñanza de Jesús resuena todavía hoy con la misma fuerza: «Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna» (Jn 6, 27). La pregunta planteada por los que lo escuchaban es también hoy la misma para nosotros: «¿Qué tenemos que hacer para realizar las obras deDios?» (Jn 6, 28). Sabemos la respuesta de Jesús: «La obra de Dios es ésta: que creáis en el que él ha enviado» (Jn 6, 29). Creer en Jesucristo es, por tanto, el camino para poder llegar de modo definitivo a la salvación.A la luz de todo esto, he decidido convocar un Año de la fe. Comenzará el 11 de octubre de 2012, en el cincuenta aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II, y terminará en la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, el 24 de noviembre de 2013. En la fecha del 11 de octubre de 2012, se celebrarán también los veinte años de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica, promulgado por mi Predecesor, el beato Papa Juan Pablo II, con la intención de ilustrar a todos los fieles la fuerza y belleza de la fe. Este documento, auténtico fruto del Concilio Vaticano II, fue querido por el Sínodo Extraordinario de los Obispos de 1985 como instrumento al servicio de la catequesis, realizándose mediante la colaboración de todo el Episcopado de la Iglesia católica. Y precisamente he convocado la Asamblea General del Sínodo de los Obispos, en el mes de octubre de 2012, sobre el tema de La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana. Será una buena ocasión para introducir a todo el cuerpo eclesial en un tiempo de especial reflexión y redescubrimiento de la fe.
    Pensaba que de esa manera toda la Iglesia podría adquirir una «exacta conciencia de su fe, para reanimarla, para purificarla, para confirmarla y para confesarla». Las grandes transformaciones que tuvieron lugar en aquel Año, hicieron que la necesidad de dicha celebración fuera todavía más evidente. Ésta concluyó con la Profesión de fe del Pueblo de Dios, para testimoniar cómo los contenidos esenciales que desde siglos constituyen el patrimonio de todos los creyentes tienen necesidad de ser confirmados, comprendidos y profundizados de manera siempre nueva, con el fin de dar un testimonio coherente en condiciones históricas distintas a las del pasado.” 

Para que el que crea tenga vida eterna


«En verdad, en verdad te digo: nosotros hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero ustedes no aceptan nuestro testimonio. Si al decirles cosas de la tierra, no creen, ¿cómo van a creer si les digo cosas del cielo? Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea tenga por él vida eterna. » Juan 3, 11-15
  • Jesús proclama que el camino a la vida eterna pasa por la fe.
  • La fe es una adhesión a Cristo que nos permite tener un contacto vital con la Santísima Trinidad y nos abre las puertas del cielo.
  • Aunque la fe es un don gratuito, requiere de la aceptación libre por parte del hombre. Es un don gratuito que hay que cuidar respondiendo a ella con la obediencia a lo que el Señor nos revela. En eso consiste “permanecer” en el Señor.
    En un tiempo en que la Iglesia está llamada con urgencia a una purificación y a una renovación, es preciso purificar y renovar la fe.