sábado, 1 de octubre de 2011

REFLEXIÓN ACERCA DE LA IGLESIA EN TIEMPO DE CAMBIO



En la Jornada de Planificación Pastoral de la Arquidiócesis de Santiago en Punta de Tralca, que se realiza cada año, esta vez se constató que la Iglesia está pasando por un momento crítico y que, como es su costumbre ancestral, en tales circunstancias naturalmente tiende a volver sus ojos a LO ESENCIAL. Por esa razón, vuelve nuevamente a preguntarse por su identidad y misión. Los planes pastorales para cada etapa deben tener siempre ese telón de fondo. Desde esa perspectiva es claro que las acentuaciones pastorales no pueden olvidar nunca que su compromiso fundamental es mantener su vocación de seguimiento de Cristo y de identificación con su persona y misión. Esto significa, como recordaba el Sr. Arzobispo, volver a hacer consciente que la Iglesia es una comunidad que prolonga a lo largo de la historia la Persona de Cristo redentor y, por lo mismo, es esencialmente MISIONERA ya que su objetivo no es ella misma sino la VENIDA DEL REINO DE DIOS para que el mundo tenga VIDA EN PLENITUD. Es así como en este momento vuelve a hacer consciente que su Misión de ser signo de salvación en Cristo es siempre la misma en cada época de la historia y que esa misión involucra a cada cristiano y a todas sus comunidades. Lo que va cambiando es el escenario en que la realiza y con eso las tareas específicas que deben asumir quienes son auténticos discípulos de Cristo.

Para cumplir su misión, la Iglesia debe transformarse en un SIGNO VISIBLE Y COMPRENSIBLE de la presencia del Salvador. Eso le exige en cada etapa de su historia revisar el lenguaje y las formas de expresión de su mensaje para erradicar todo aquello que lo opaca o lo torna incomprensible. Esta es una urgencia en este momento. Es preciso purificar y vitalizar el signo de la presencia del Señor, que es lo que le da sentido a la Iglesia.

El Sr. Arzobispo nos recordaba que ese SIGNO VISIBLE se logra a través de la encarnación de sus CUATRO DIMENCIONES específicas. Se hace visible y efectiva en la medida en que asume e implementa cuatro ejes:
En primer lugar LA PALABRA. La Iglesia vive de la revelación que le llega a través de la Escritura. Su tarea es transmitir fielmente esa revelación por medio de las diversas formas de evangelización, catequesis, homilías, apostolado, etc. La Iglesia nos recuerda que los padres de familia católicos deben ser los primeros evangelizadores con su palabra y ejemplo y que los sacerdotes deben procurar iluminar fielmente a los fieles con la revelación para que escuchen la voz del Señor y la lleven a su vida cotidiana. La evangelización debe impregnar cada actividad incluso cuando realiza labores de servicio material, p.ej., cundo se empeña en construir mediaguas.
En segundo lugar, el signo de la presencia del Señor en su Iglesia se manifiesta por LA COMUNIÓN FRATERNA. Es el signo más claro y exigente que dejó Jesús. El nos dice “mirad como se aman, en eso conocerán que son mis discípulos”. Esto exige cultivar en forma prioritaria y realista el amor de hermanos en cada comunidad de Iglesia, en cada parroquia, capilla, movimiento o voluntariado.
En tercer lugar el signo de la Iglesia se hace visible y creíble por EL SERVICIO. La Iglesia debe realizar múltiples servicios gratuitos en beneficio de los más necesitados. Con su servicio se hace creíble como Buena Noticia para todos.
Por último, el signo se renueva y vitaliza a través de LA LITURGIA. La celebración de los misterios que alimentan y expresan su fe le permite encontrar el sentido y obtener la fuerza para realizar su misión.
 Nuestro Pastor nos invita a asumir e implementar una PASTORAL ORGÁNICA en que estén presentes y vivos esos cuatro ejes. Es una responsabilidad de todos sus miembros por la búsqueda de esa comunión operativa (parroquias, colegios, movimientos, etc.).
En las circunstancias actuales, en que se perciben tantas dificultades, el Pastor nos invita a ACTUAR CON AUDACIA. Nos recuerda las palabras del Señor: “No tengan miedo”. En un momento crítico se nos pide vencer los temores y los pesimismos y actuar con audacia, es decir, salir de posturas cómodas para entregar nuestro mensaje con valentía incluso en un ambiente adverso. A eso se refiere la expresión “CONVERSIÓN PASTORAL” a la que nos invita la Quinta Conferencia del Episcopado en Aparecida.
 El TESTIMONIO que se pide a todos los cristianos hoy día exige un discipulado que asuma como estilo y meta el proyecto de Cristo que llega a la resurrección pasando por la cruz. La coherencia de vida exige el heroísmo de la cruz.

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