viernes, 15 de julio de 2011

La autora Clara Lejeune y el legado de su padre Pr Jerome Lejeune


La autora Clara Lejeune y el legado de su padre Pr Jerome Lejeune
El hizo este descubrimiento porque amaba a estos niños y a sus familias y quería ayudarle
Autor: Carrie Gress | Fuente: Zenit.org

Uno de los objetivos de mi padre fue devolver la humanidad a los niños con el síndrome Down, dijo la autora Clara Lejeune.

En esta entrevista con ZENIT, Lejeune-Gaymard, autora de Life is a Blessing: A Biography of Jerome Lejeune, habla sobre su libro y sobre su padre, el científico francés que descubrió el origen del Síndrome de Down, su vida y su trabajo, recientemente publicado en inglés por The National Catholic Bioethics Center.

- Su padre fue el renombrado científico de genética de Francia, quien viajó por el mundo dando a conocer sus numerosos descubrimientos científicos, incluyendo el origen genético del Síndrome de Down. ¿Por qué su nombre no es muy conocido por su importante trabajo?

Clare Lejeune: Es una buena pregunta.

Cuando él hizo el descubrimiento de la trisomía 21 lo podría haber llamado “Lejeune” como hacen muchos científicos cuando realizan descubrimientos. Pero él no era ese tipo de hombre y pretendía realizar dos cosas.

La primera tenía que ver con todas las cosas humillantes que se decían sobre los niños con síndrome de Down, como que la madre había tenido un mal comportamiento sexual o que su herencia familiar era mala.

Estos niños eran escondidos, especialmente en Francia o el resto de Europa. Él quiso devolver su dignidad a estos niños y a sus padres diciéndoles que estaba en su código genético y que no venía de familia ni de un mal comportamiento.

También fue la primera vez que se descubrió que una enfermedad podía venir del código genético, de manera que se abría la puerta a la medicina genética y a la comprensión de que un cromosoma podía ser la causa de una enfermedad.
Sólo seis meses antes del descubrimiento, se decía que era imposible que el código genético pudiera causar una enfermedad. Así que él consiguió la prueba de lo contrario.

Y la segunda cosa que quería era proteger a los no nacidos.
Era muy conocido en Francia y muy conocido también en la comunidad científica porque ayudó a construir la primera cátedra conocida en genética en Israel y en España y trabajó con científicos en Estados Unidos. En Francia participó siempre como columnista en la prensa sobre cuestiones genéticas.

En 1969, comenzó la campaña del aborto en Europa, Francia y Estados Unidos. Y desde que él se declaró en contra, se le cerraron todas las puertas. Ya no formó parte de la actualidad. Nadie lo quiso entrevistar cuando realizó su descubrimiento.
Creo que en 1971fue a Estados Unidos y realizó un discurso en el National Institute for Health y después de esto mandó un mensaje a mi madre diciendo: “Hoy he perdido mi Premio Nobel”. En el discurso él habló sobre el aborto, diciendo, “ustedes están transformando su instituto de salud en un instituto de muerte”. Y esto no fue bien acogido.

- El libro sobre la vida de su padre es una serie de instantáneas de la vida de su familia que ilumina no sólo el trabajo científico de su padre, también su profunda fe. ¿Qué le hizo decidir escribir sobre él con este estilo?

Clare Lejeune: Yo estaba embarazada cuando él estaba enfermo, esperando a mi sexto hijo, y durante este tiempo esperaba que él pudiese vivir los suficiente para poder conocer a mi hija. Él murió el 3 de abril y ella nació el 13 de abril, así que nunca llegó a conocer a su abuelo.
Antes de morir le pregunté si me daba permiso para escribir un libro sobre él. Aunque temía que dijese que no ya que era un hombre muy humilde, sin embargo él contestó: “Haz lo que quieras. Si quieres dar testimonio de la vida del niño con síndrome de Down, haz lo que quieras”.

Tenía claro que quería escribir algo para mi pequeña. Al principio escribí treinta hojas y cuando fuimos de vacaciones con un periodista le conté que estaba escribiendo un libro para que mi hija pudiese conocer a su abuelo. Él las leyó y me dijo que debería escribir un libro.

El modo en que quería escribirlo no era el de la biografía cronológica, sino como retratos diferentes de una persona. Hay un capítulo sobre nuestra vida en Dinamarca, uno sobre él como médico, otro como cristiano.

Cada capítulo es una pieza diferente del puzzle y al final te encuentras con el retrato de la persona entera.

- Su padre sufrió mucho en su carrera por su postura pro-vida.>
¿Se basaban sus convicciones sólo en su fe o también se apoyaba en su investigación científica?

Clare Lejeune: Principalmente en que era médico, no en su fe. Cuando eres médico has jurado el Juramento Hipocrático de no hacer daño. Y él siempre decía que el respeto a la vida no tenía nada que ver con la fe, aunque, por supuesto, está en la fe el respetar la vida.

Por eso fue tan odiado por los partidarios del aborto. Era difícil luchar contra él porque sus argumentos eran de base científica.
Quiso explicar que la vida comenzaba en la concepción, él quiso contar una historia que fuese inteligible para todos, como Pulgarcito. Esta es una historia para niños o una leyenda, pero es una realidad.

Es muy raro que la humanidad haya sido capaz de contar una historia así sin saber si era verdad, porque cuando se escribió no había fotos de bebés en el útero.

La vida comienza en el mismo instante de la concepción cuando los genes de la madre y los del padre se unen para formar un nuevo ser humano que es absolutamente único.

Todo el patrimonio genético está ya allí. Es como la música de Mozart en la partitura. La vida entera está ya ahí.
A los dos meses, el embrión lo tiene todo, las manos, los ojos, el cuerpo. Es un cuerpo muy pequeño, pero después de dos meses lo único que hace es crecer. Si se pudiese coger el mismo dedo pequeño, se podría observar su huella dactilar.

Muchos investigadores mantienen distancias con aquellos cuya vida afecta a su trabajo. Su padre parecía tener un enfoque distinto. ¿Cómo era su relación con los pacientes y sus familias?

Clare Lejeune: Cuando él se convirtió en doctor, su primer trabajo fue en un hospital donde él vio a un niño con síndrome Down.

Entonces fue cuando decidió que quería saber por qué tenían una cara especial y todo lo demás. Se podría decir que esta fue realmente su vocación. Realmente quería encontrara una manera de tratarlos y a esto dedicó su investigación.

El hizo este descubrimiento porque amaba a estos niños y a sus familias y quería ayudarles.

No fue consecuencia de este descubrimiento el querer cuidar a los niños de síndrome Down, sino que fue al revé, porque él quería cuidar a estos niños, realizó este descubrimiento. Y esto explica su relación con ellos.

Después de su muerte, su familia creó una fundación para continuar su trabajo, especialmente el de encontrar una cura para el síndrome Down. ¿Qué hace esta fundación y cómo trabaja?

Clare Lejeune: Mi padre quiso crear esta fundación cuando todavía estaba vivo, porque él sabía que tendría que retirarse y quería que su investigación continuase. Al principio fue su proyecto.

El día antes de morir, fui a verlo y me dijo que estaba muy triste por sus pacientes, porque ellos no entenderían que los había tenido que dejar. Dijo: “los estoy abandonando y ellos no van a entender porque ya no estaré con ellos nunca más”.

Yo le contesté: “Ellos lo entenderán. Lo entenderán mejor que nosotros”.

Y me dijo: “No, ellos no lo entenderán mejor, pero si más profundamente”. Y después de esto, cuando él murió, nosotros pensamos que podríamos hacer algo más por ellos.

Después de año y medio pusimos en marcha una fundación dedicada al la investigación y tratamiento no sólo del síndrome Down sino también de otros síndromes de enfermedades mentales de origen genético.

Creamos un centro en Francia de investigación genética y tenemos un comité que distribuye las ayudas a los diferentes grupos que están en todo el mundo.

Hemos fundado 60 proyectos con 32 equipos en los Estados Unidos, y estamos en proceso de comenzar una fundación en los Estados Unidos que se encargará de más investigación y tratamiento.

El tratamiento real no existe en la actualidad, ya que los investigadores están trabajando en solucionar este problema genético. El patrimonio genético de los niños es correcto, simplemente se repite como un disco rallado. Mi padre siempre decía que un niño con síndrome Down es más niño que otros; es cómo si no estuviese acabado del todo. Así que si ese gen pudiese ser silenciado el niño podría ser normal.

Y este es realmente el futuro de la medicina, reparar el código genético. Por tanto no es descabellado que podamos tratarlos algún día.

La dificultad estriba en que se gasta mucho dinero en realizar el diagnóstico y en matarlos, hasta tal punto que si pudiéramos tener sólo un 10% de este dinero para investigación, podríamos ya haber conseguido la cura.

Su padre fue amigo de Juan Pablo II, sirviendo muchos años como miembro de la Academia Pontificia de Ciencias y como el primer presidente de la Academia Pontificia para la Vida.

¿Cómo era su relación con Juan Pablo II ? 

Lejeune-Gaymard: Él no diría que fue un amigo cercano del Papa. Pero así fue en verdad.

La historia comenzó cuando fue elegido para la Academia Pontificia de Ciencias por Pablo VI, no Juan Pablo II. Pero cuando este llegó a Papa, le pidió a mi padre que acudiese allí porque quería saber todo sobre la clonación, investigación en embriones, etc...

Así que desayunaron juntos y desde entonces él le llamaba cada vez que necesitaba explicaciones particulares. Comían juntos cada seis meses.

En 1981, el 13 de mayo, mi padre comió con mi madre y con el Papa. Después cogieron un taxi para ir al aeropuerto, volaron a casa y cuando aterrizaron, se enteraron de que el Papa estaba entre la vida y la muerte porque le habían disparado. Ellos fueron los últimos con los que estuvo antes de ir a la plaza.

Mi padre, aquella tarde, sufrió unos dolores inexplicables, tanto que fue hospitalizado durante tres días. Experimentó sufrimientos similares a los del Papa y una fiebre que desembocó en piedras en el riñón.

Nunca le gustó hablar de la conexión entre su enfermedad y la del Papa, pero ésta realmente existió.

Antes de que mi padre muriese, recibió un telegrama del Papa que decía que esperaba que se encontrase mejor. Cuando él murió, el domingo de Pascua, llamamos para decirle al Papa que mi padre había muerto.

Teníamos un buen amigo, el ex ministro de justicia de Francia, que nos llamó aquel día porque al ver en la televisión, la bendición del Papa, notó que el Papa parecía muy triste. Dijo, “creo que Jerome ha muerto”.

Cuando Juan Pablo II vino a Francia en 1997, quiso visitar y rezar ante la tumba de mi padre.

En ese momento, flanqueados por muchos guardias y miembros de seguridad, nos dejaron estar presentes a nuestra familia.

Tuve que negociar para que se permitiese estar presente a personas discapacitadas, ya que mi padre no entendería que el Papa viniese sin dar permiso a sus otros niños, los discapacitados, de estar allí también.

Recemos por la pronta beatificación de Jerónimo Lejeune y por la pronta curación de los niños Down.

En la red:

"Life is a Blessing": www.ncbcenter.org/NetCommunity/SSLPage.aspx?pid=191&nccsm=21&__nccspID=991

Foundation Lejeune: http://lejeuneusa.org/ 

miércoles, 13 de julio de 2011

Oración del agente sanitario

Padre Amado, Todopoderoso y Eterno, nos acercamos a Ti por medio de tu hijo Jesucristo y también rogamos la poderosa intercesión de la Virgen María y de San Lucas , para que nos envíes Tu Santo Espíritu y nos conceda la Sabiduría que viene de lo Alto y poder tratar adecuadamente a nuestros pacientes. Por que el mismo San Lucas cuando escribió Tu palabra nos dice:

También les aseguro: pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá. Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre. ¿Hay entre ustedes algún padre que da a su hijo una piedra cuando le pide pan? ¿Y si le pide un pescado, le dará en su lugar una serpiente? ¿Y si le pide un huevo, le dará un escorpión? Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, cuánto más el Padre del Cielo dará el Espíritu Santo a aquellos que se lo pidan.
Padre Celestial escucha con atención la petición de un hijo que te invoca, envíanos Tus Ángeles, en especial a San Rafael para que ministren la sanidad en las áreas de nuestros pacientes que deben de ser sanadas.


Jesús, Medico Supremo, dulce perdonador de los corazones extraviados remediador, quien sanas por Tus Santas Llagas las enfermedades de Tu pueblo te pedimos por cada enfermo por la cual oramos y cuidamos para que reciban la salud integral por que reconocemos que en Ti esta el poder que nos sana a todos.


Jesús, Maestro Divino, levántate sobre la vida de estos enfermos con sanidad en Tus alas.


Jesús, Rey de la Misericordia consolador de los afligidos y alivio de los enfermos, por las lágrimas derramadas de la Virgen al pie de la Cruz, ten compasión de todos mis enfermos. Jesús, Bondad Infinita, cuan formidables y maravillosas son tus obras, por eso te rogamos que sus cuerpos funcionen de la manera maravillosa que fue diseñada. Porque gracias a Ti llevaste nuestra carga, nuestras enfermedades y aflicciones. Bendito seas el Señor, nuestro Dios y Salvador que día tras día lleva nuestras cargas. Nuestro Dios es un Dios que salva y que puede librarnos de la muerte. Bendigan todos los enfermos y el mundo a Dios al Señor! Alabemos con gratitud al Dios que nos ayuda y nos bendice. 


Alabado y exaltado seas por siempre. Amen

Custodia del Santísimo


La reserva del Santísimo en hospitales y clínicas es un tema delicado. Se corre el riesgo de que no siempre esté suficientemente bien resguardado. Con alegría constatamos que se han comenzado a regularizar las autorizaciones para mantener la reserva del Santísimo en varias clínicas y hospitales. Durante un tiempo se olvidó que era preciso mantener vigente esa autorización.

Crisis eclesial y pastoral de salud


Como Pastoral Hospitalaria no estamos ajenos a las angustias que experimenta la Iglesia actual en el mundo entero al ser puesta a prueba de muy diversas maneras. Cuando miramos el panorama mundial, nos preocupa que haya focos de persecución que se han ido desatando en Oriente, nos duele la pérdida de la fe en grandes ambientes europeos, en la misma tierra de donde recibimos la fe y, más aún, no logramos asimilar la crisis que se ha producido en el ámbito clerical en nuestra propia Patria. Nos duela la pérdida de credibilidad que se experimenta en todos los niveles. Frente a tantas cosas dolorosas y preocupantes, tal como lo señala el Santo Padre, nos damos cuenta que todas estas pruebas, analizadas a la luz de la fe, no son sino llamados del Señor a una fidelidad cada vez mayor. Es preciso que todo lo puramente formal, lo que no es auténtico, lo que es falso, caiga. La Iglesia está en una etapa de purificación dolorosa y urgente.
Atentado a Iglesia en Filipinas


Conscientes de estos llamados a la santidad, recurrimos con más fervor al Pan de Vida eterna. La Eucaristía será siempre el sacramento de la fe. Nos recuerda que Dios quiso entrar en nuestra historia para redimirnos. Una y otra vez, cuando participamos en la Eucaristía tenemos que hacer un salto mortal en la fe: con nuestros ojos humanos vemos pan y creemos que ese pan significa la presencia del Hijo de Dios encarnado. Un Pan que hay que comer, esto es, asimilar, hacer nuestro a través de una fe humilde. En la medida en que nos abrimos al misterio, de él sacamos la fuerza para superar todas las crisis.

Para quienes tenemos que estar en un permanente contacto con el dolor, como es el caso de quienes estamos cumpliendo funciones de servicio en los hospitales, ese sacramento nos recuerda siempre de nuevo que estamos llamados a la plenitud de vida. Nuestro ámbito laboral nos hace palpar diariamente el mundo del dolor y de la muerte, pero sabemos que lo último no es la muerte sino la vida plena. Ese Pan Vivo debe ser para nosotros el alimento de la esperanza. Cuando nos hemos alimentado de él, aunque no hagamos grandes discursos acerca de ese tema, irradiaremos la esperanza que surge de la fe en la promesa que nos hace el Señor. Los enfermos deben percibir algo del misterio que encerramos en el corazón por la fe.

Toda la vida de la Iglesia se centra en el Cuerpo de Cristo, es el centro del culto católico. En ese Cuerpo, hecho sacramento, habita la plenitud de la divinidad. Ese es el nuevo Tempo en el que se adora a Dios en espíritu y en verdad. En un tiempo de crisis es preciso volver al centro. Muchos de los fracasos sacerdotales, que nos han dolido tanto, tienen su origen en la rutina con que se puede llegar a tratar el sacramento de la fe. Es fácil y peligroso acostumbrarse a celebrar el Misterio de la fe de tal manera que deje de asombrar. No solamente es gravemente peligroso que un sacerdote se deje llevar por la rutina, también a los fieles les puede suceder que la Misa se les transforme en un simple rito. Renovar y purificar a la Iglesia comienza por devolverla a su centro que es la presencia real del Hijo de Dios en medio de su pueblo. Cada Misa debe ser una renovación de ese Misterio central: Dios vino al mundo, se hizo Hombre, nos redimió y permanece con nosotros hasta el final de los tiempo como el Buen Pastor, pero velado por el sacramento, a través de la apariencia de pan.

La celebración de la fiesta del Cuerpo de Cristo adquiere este año, desde esta perspectiva de renovación radical, una enorme importancia. Todos los creyentes, los que hemos optado por ser discípulos del Señor, tenemos que alimentarnos adecuadamente del Pan de Vida eterna para que seamos capaces de irradiar nuestra fe como testigos.

Ha resucitado

 «Jesús les respondió: « En verdad, en verdad les digo: No fue Moisés quien les dio el pan del cielo; es mi Padre el que les da el verdadero pan del cielo; porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da la vida al mundo. » Entonces le dijeron: « Señor, danos siempre de ese pan. » Les dijo Jesús: «Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed. Pero ya se los he dicho: Me han visto y no creen. Todo lo que me dé el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echaré fuera; porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado. Y esta es la voluntad del que me ha enviado; que no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite el último día. Porque esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que vea al Hijo y crea en él, tenga vida eterna y que yo le resucite el último día. »  Juan 6, 32-40 

  • Después de multiplicar dos veces los panes al modo de una preparación psicológica para lo que había de anunciar, Jesús reveló que Él era el Pan vivo bajado del cielo. Una revelación impresionante, pero muy difícil de aceptar.
  • Lo que queda claro es que el acceso al alimento de vida eterna exige la fe. Es así como desde el comienzo se verá la Eucaristía como sacramento de la fe. Expresa y alimenta la fe.
 En una etapa de purificación y de renovación en la vida de la Iglesia, como la que estamos viviendo, el Sacramento de la fe adquiere una especial relevancia. Los que escuchaban a Jesús cuando empezó a revelar el misterio de su permanencia en el mundo como alimento sentían el anhelo de recibir ese pan de vida eterna que Él les ofrecía, pero tenían dificultad para creer que ese pan era el mismo Jesús de Nazaret. A lo largo de toda la historia no habrá otro camino hacia el mundo de Dios sino el que pasa por la fe y será Jesús hecho Pan el Sacramento que alimenta y exige esa fe.




Prácticamente todo el andamiaje de la vida cristiana depende de lo que está significado detrás del signo sensible de la presencia de Cristo en medio de su pueblo. Presupone creer que el Hijo de Dios, el Verbo, se encarnó para redimir y que ese Verbo encarnad era Jesús de Nazaret, el que a pesar de mostrarse como un Maestro de la fe, esto es, un Rabí, se le veía simplemente como el hijo de un carpintero. Los judíos se admiraban de lo que hablaba y de las obras que realizaba, pero otra cosa era aceptar que era Pan bajado del cielo y que había que comer su carne y beber su sangre para tener vida eterna.  

A 30 años del SIDA, aumenta aprecio por la Iglesia

Los investigadores han publicado el libro Propóntelo, propónselo, evitar el sida, una obra “basada en estudios científicos y cuyo objetivo es arrojar luz sobre la controversia en torno a cómo hay que afrontar la prevención de esta epidemia"
Autor: ACI/EWTN Noticias | Fuente: Aciprensa.com

ROMA, 06 Jun. 11 / 01:32 pm (ACI/EWTN Noticias)

El Observador Permanente del Vaticano ante la ONU en su sede de Ginebra, Mons. Silvano Tomasi, explicó a ACI Prensa que el aprecio por la perspectiva y el enfoque que tiene la Iglesia en la lucha contra el SIDA, enfermedad que cumple 30 años de descubierta, crece cada día más entre las organizaciones de todo el mundo.

El Nuncio señaló que "estamos al comienzo de una convergencia en el sentido de que los funcionarios de instituciones internacionales, organizaciones y personas de grupos religiosos conversan ahora sobre las líneas de acción y se respetan mutuamente un poco más".

En diálogo con ACI Prensa, el Arzobispo dijo que "está probado e incluso documentado ahora que la manera más efectiva (para evitar el contagio) es el cambio de conducta. Y en eso hemos insistido", en referencia a las políticas que promueven la abstinencia en vez del uso del condón para luchar con la enfermedad.

Las declaraciones de Mons. Tomasi se dan en la misma semana en la que un nuevo informe revela que millones de personas mueren a causa del SIDA porque muchos gobiernos occidentales no terminan de entender que el condón no es una medida efectiva en la lucha contra esta enfermedad.

La investigación se titula "La Iglesia Católica y la crisis global del SIDA" y estuvo a cargo del experto en salud pública Matthew Hanley. 117 000 centros de la Iglesia Católica sirven a enfermos de SIDA en todo el mundo

Los investigadores de la Facultad de Medicina Jokin de Irala , Matthew Hanley y Cristina López del Burgo han publicado el libro Propóntelo, propónselo, evitar el sida, una obra “basada en estudios científicos y cuyo objetivo es arrojar luz sobre la controversia en torno a cómo hay que afrontar la prevención de esta epidemia"

Hanley señala que "siempre se nos dice que los condones son el mejor medio ´técnico´ para prevenir la transmisión del virus del HIV, pero nunca se nos dice que la promoción del condón ha fracasado en revertir las epidemias en África y las conductas de riesgo".

El experto calcula que en África se habrían podido evitar 6 millones de infecciones, si en vez del condón se promovía la aproximación de la Iglesia que promueve la fidelidad conyugal y la abstinencia, que ha tenido gran éxito en países como Uganda.

El investigador concluye afirmando que "los líderes de la salud pública podrían reconocer esta realidad pero siguen siendo reacios a enfatizar los cambios de conducta por encima de las ´soluciones técnicas´".