miércoles, 14 de diciembre de 2011

El adviento de María


«Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen despo- sada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando, le dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significa- ría aquel saludo. El ángel le dijo: “No temas, María, por- que has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. El será grande y será llamado Hijo del Al- tísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su pa- dre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin”. María respondió al ángel: “¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?” El ángel le res- pondió: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. Mira, tam- bién Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios”. Dijo María: “He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu pa- labra”.» Lc 1, 26-37
  • El adviento de toda la humanidad a la espera del cumplimiento de la promesa se concentra en una joven israelita que vive en una al- dea de Galilea.
  • María no se consideraba digna de ser la madre del Mesías prometido y decide permanecer virgen y es precisamente ella la elegida.
  • Después del anuncio del arcángel comienza el adviento más íntimo, cálido y gozoso de la historia. Con todo su ser María espera a su Señor.

    En un tiempo en que cunde la indiferencia frente a Dios, el anhelo con que María abre su corazón a su venida debe impulsarnos a crecer en esa actitud que permite que su venida sea fecunda en cada uno.

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