sábado, 1 de mayo de 2010

Reflexión sobre la situación actual de la Iglesia

DE NUESTRA PASTORAL

Hechos
La crisis que se ha desatado en todo el ámbito occidental de la Iglesia a raíz del escándalo público por el indigno comportamiento de mucho miembros del clero, tiene que analizarse desde una pers­pectiva más amplia: La progresiva pérdida del sentido de trascen­dencia, el alejamiento del mundo religioso. Ya nuestros antepasados decían que toda apostasía de Dios traía una desintegración social. Debido a eso, en el ámbito eclesial sus dos puntos más sensibles han sido afectados: la familia y el sacerdocio. Junto con constatar la fragilidad de la familia, constatamos esa misma fragilidad en los sacerdotes. No importa si los medios de comunicación han magnifi­cado los acontecimientos para que produzcan un efecto devastador, lo que importa es que es el mismo Señor quien nos está llevando a una reflexión de fondo para superar la crisis utilizando los medios que Él mismo nos dejó.
Interpretación
La interpretación de un fenómeno tan amplio y complejo no pue­de caer en un simplismo. Hay muchos factores que se deben tomar en cuenta. A simple vista habría que decir que hay que dar una for­mación más integral y profunda a los sacerdotes porque tienen que vivir en una cultura contraria al evangelio. Tienen que abordar el te­ma de la sexualidad a un nivel pedagógico y espiritual más profun­do. Más que eso, es un llamado a cultivar un estilo de vida sacerdo­tal más sobrio, espiritual y humilde. El sacerdote debe ser formado como un simple servidor del pueblo de Dios.
Hay una segunda reflexión que es bueno hacerla consciente. Se comenzó a anunciar hace ya muchas décadas que estábamos vivien­do una etapa en que se pedía un mayor protagonismo del laicado. El Cardenal Journet decía que había llegado “la hora de los laicos”. Pa­reciera que la escasez de las vocaciones y la fragilidad del clero exi­ge el surgimiento de auténticos lideres laicos que asuman responsa­bilidades en la Iglesia.
Tareas.
El sacerdocio instituido por el Señor juega un papel imprescindi­ble en la Iglesia y es tarea de todos los discípulos mantenerlo puro y fecundo. La formación del corazón de un sacerdote comienza fun­damentalmente en su hogar. Los padres de familia son los primeros catequistas y los educadores natos. Por otra parte, para que surjan lideres laicos hay que crear ins­tancias para una formación más profunda y al alcance de todos los fieles. Especialmente hay que crear un acceso más sólido a la reve­lación que nos llega a través de la Escritura.
Una auténtica devoción mariana nos aproxima vitalmente al es­tilo de vida de un verdadero discípulo de Cristo. La atmósfera que se crea en torno a María como Compañera de Cristo en el plan de redención nos ayuda a vivir la fe de una manera adecuada a los nuevos desafíos. Ella es símbolo de fidelidad, de sencillez y de au­dacia. Su imagen de Inmaculada nos ayuda a superar también el erotismo del ambiente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario