miércoles, 1 de diciembre de 2010

La vida de nuestra Iglesia

El nacimiento de la Iglesia en América, tan lejos de su centro vital en Roma y en un tiempo en que las comunicaciones eran tan difíciles, hizo que psicológicamente se produjera falta de interés acerca de los acontecimientos de la Iglesia en el mundo. Eso, de alguna manera, se ha continuado en el tiempo a pesar de las comunicaciones expeditas. Es común que católicos comprometidos no estén enterados ni de los acontecimientos importantes de la Iglesia ni de los documentos emanados de la Santa Sede. Por ejemplo, para muchos católicos es algo lejano el que el Papa haya mandado la Exhortación Apostólica Verbum Dei. Normalmente serán pocos los que la lean. Más aún, son pocos los que saben en qué consisten esas “Exhortaciones”, fruto de los Sínodos de Obispos que trazan orientaciones de fondo para la Iglesia. Los objetivos de este último documento pontificio son “comunicar los resultados de la asamblea sinodal, redescubrir la Palabra de Dios, fuente constante de renovación eclesial”, así como “promover la animación bíblica de la pastoral, ser testimonios de la Palabra” y por último “emprender una nueva evangelización”.
Aparecida hace un llamado al discipulado e impulsa a dar un paso de maduración como Iglesia y eso significa que debemos comenzar a preocuparnos por lo que sucede en ella. Es preciso superar la realidad de que los católicos se enteren de lo que sucede en su Iglesia a través de una prensa que sólo destaca los escándalos.
En esa línea, quisiéramos comentar que Benedicto XVI convocó a todos los miembros del Colegio Cardenalicio a una jornada especial de “reflexión y oración” para analizar en común las nuevas realidades que preocupan a la Iglesia. Los convocó para la víspera del Consistorio en que nombró 24 nuevos Cardenales a los que el sábado 20 les entregó las insignias del nuevo cargo. Ciento cincuenta cardenales se reunieron con el Papa para debatir algunas de las cuestiones más espinosas para la Iglesia católica en este momento: los casos de curas pederastas, la falta de libertad para los cristianos que viven en zonas conflictivas del planeta, sobre todo en Oriente Próximo, y la apertura de la Iglesia católica a los anglicanos que quieran volver.
Al mirar los temas que se trataron, es fácil percibir las preocupaciones actuales de la Iglesia. El encuentro se llevó a cabo en el Aula Nueva del Sínodo del Vaticano. El secretario de Estado, Tarcisio Bertone, abordó el tema de la libertad religiosa en el mundo debido a que estamos pasando por un período en que están recrudeciendo las persecuciones a los cristianos especialmente en el mundo musulmán. El prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, Antonio Cañizares Llovera, reflexionó sobre “la liturgia en la vida de la Iglesia hoy” buscando dar un nuevo impulso en ese campo. Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, recordó los diez años de la declaración “Dominus Iesus”. Cerró la jornada William Levada, jefe de la Congregación para la Doctrina de la Fe, quien habló sobre la constitución “Anglicanorum coetibus”, que abre las puertas a la conversión masiva de anglicanos al catolicismo. Hizo consciente que estamos viviendo un proceso que vuelve a incentivar el anhelo de llegar a ser “un solo rebaño, bajo un solo pastor”. Recordó que el 8 de noviembre cinco obispos anglicanos de la Iglesia de Inglaterra anunciaron su renuncia a la Iglesia anglicana y su resolución de unirse, en un ordinariato personal, en plena comunión con la Iglesia católica. Por último, se reflexionó acerca de cómo dar “respuesta como Iglesia a los casos de abuso”, esto es, al doloroso tema de la pederastia.
Poco antes, los días 6 y 7 de noviembre, Benedicto XVI visitó España. La prensa mundial destacó los aspectos tristes y negativos de esa visita, especialmente por las manifestaciones gay al paso del Papa. En cambio la Conferencia Episcopal Tarraconense y el arzobispo de Santiago consideran que se abrió una nueva etapa de renovación espiritual. Escribieron cartas de agradecimiento. “Nos proponemos y proponemos a todo el pueblo cristiano que peregrina en Cataluña, una nueva primavera del espíritu, un nuevo impulso evangelizador al servicio de toda la sociedad y una generosa entrega a los más pequeños y necesitados”, señalan los obispos de Cataluña.
Estos comentarios pretenden ayudarnos a estar dispuestos para seguir la vida de la Iglesia en todo el mundo. Ese esfuerzo por estar bien informado  es un signo de madurez cristiana.

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