viernes, 11 de junio de 2010

PASTORAL DE LA SALUD, ENFOQUE

1. SU INSPIRACIÓN


Esta pastoral se inspira en la práctica de Jesús, que durante su vida pública unió permanentemente su acogida a los enfermos y el anuncio de la Buena Nueva del Reino.
Los Evangelistas muestran la opción preferencial de Jesús por los dolientes. De los 32 milagros que se consignan en los evangelios, 25 son de curaciones. Casi la quinta parte de los evangelios trata de esas curaciones y recoge reflexiones hechas con ocasión de su realización. Sin embargo, su intención última era anunciar la Buena Nueva. El Señor armonizaba la salud del alma y del cuerpo. Aprovechando la receptividad especial que suscita el dolor, proclamaba la esperanza de la salvación. Los discípulos de Jesús, al ir al encuentro de los enfermos, se identifican con Él.
Su acción misericordiosa, al curar las dolencias del cuerpo y del espíritu, fue un signo luminoso del advenimiento del tiempo mesiánico. Mateo lo hace consciente cuando nos relata que “Juan, que en la cárcel había oído hablar de las obras de Cristo, envió a sus discípulos a decirle: « ¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro? » Jesús les respondió: « Vayan y cuenten a Juan lo que oyen y ven: los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncia a los pobres la Buena Nueva”. Mt 11,1; cfr. Isaías 35; 42; 61

2. LA PRÁCTICA A LO LARGO DE LOS SIGLOS

Por esa razón, desde la primera comunidad de Jerusalén, hasta nuestros días, la Iglesia ha tenido una espacial preocupación por los enfermos. Siempre ha estado consciente de que, por mandato de su fundador, junto con el anuncio del Reino de Dios, su misión incluye la preocupación por los enfermos. Esto se ha mantenido consciente a lo largo de los siglos. También hoy día es preciso hacer ese anuncio transformando los hospitales en espacios privilegiados de evangelización.

3. ENFOQUE DE APARECIDA

Aparecida nos ayuda a enfocar con más precisión el tema de la pastoral de los enfermos diciendo que “la Iglesia ha hecho una opción por la vida.V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, Aparecida n 417
Agrega además, que “la Pastoral de la Salud es respuesta a los grandes interrogantes de la vida, como son el sufrimiento y la muerte, a la luz de la muerte y resurrección del Señor” Ibdem n 418

4. SU ACTUALIDAD

Hoy día se hace cada vez más indispensable reconquistar la tradicional actitud de misericordia y de caridad servicial que ha caracterizado la vida cristiana, como la vivieron hombres y mujeres que, en grado heroico, sirvieron abnegadamente a los enfermos.[1]
Sabemos que el mundo del dolor es una puerta abierta para acercarse al Señor, pero también puede serlo para alejarse de Él. En efecto, muchas personas se han alejado de la Iglesia porque no han encontrado ese signo de misericordia que esperaban de sus representantes. El hombre moderno entiende mejor los gestos que las palabras. Es urgente, por eso, establecer una Pastoral Hospitalaria amplia, organizada, eficiente y llena de espíritu.
El Padre Mateo Bautista de la Orden de San Camilo en su libro “Pastoral de la Salud” hacía una observación impresionante: “La humanidad entera pasa más fácilmente por el hospital que por la Iglesia. Es el templo mayor y más visitado del mundo católico”. Esta realidad impactante la podemos constatar fácilmente en los hospitales, consultorios y clínicas de nuestra Arquidiócesis. Son innumerables las personas que concurren a ellos buscando alivio a sus enfermedades o simplemente a visitar a sus parientes y amigos.

“Vio Jesús mucha gente, tuvo compasión de ellos y se puso a curar a los enfermos” (Mt 14,14). Se compadece de los ciegos (Mt 20,34). Le duele el hambre de los que le seguían por los caminos (Mt 15,32), o el desamparo en que vivían: “Viendo al gentío, tuvo compasión de ellos, porque andaban fatigados y decaídos como ovejas sin pastor” (Mt 9,36).





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[1] Recordamos a san Lucas, a san Cosme y a san Damián, Alejandro el Frigio y Zenobio – médicos mártires- Teodoro de Laodicea, san Efrén, san Cesareo, san Roque, san Camilo de Lellis, san Juan de Dios, santa Francisca Romana, al Beato Damián de Molokai, a san Pedro Chanel, etc. Una multitud de testigos nos muestran el sentir de la Iglesia en relación a los enfermos.

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